Se trataba de hacerle una casa a un amigo: Luis Muruzábal, navarro de pura cepa y gallego de adopción, incansable luchador en pro de los derechos de los trabajadores y de los discapacitados,…, de todo lo que en este mundo se mueve y necesita ayuda.
Y quería que esta, su casa, fuera un lugar de descanso y de paz, de encuentro y de convivencia con su familia, cuando regresara de las mil batallas que libra cada día. También una construcción bien asentada en el terreno que la sustenta, que compense sus incursiones aéreas, como la que hace años llevó a cabo escalando la chimenea de la Central Térmica de As Pontes, para llamar la atención y reivindicar los derechos de los trabajadores, y que conmocionó a toda Galicia y le advirtió de la imperiosa necesidad de luchar en pro de justicia, de la libertad y la solidaridad.